Francisco Guerrero Vílchez

Número 9-10

Llega el día de Todos los fieles difuntos, fiesta castiza y popular en la que el españolito medio se acerca al cementerio a honrar a sus muertos, se representa en los teatros el Don Juan de Zorilla y se atiborran los niños de todas las edades con huesos de santo.

Este año, los cementerios estarán vacíos como no lo han estado ni en los peores días de las peores guerras, así que dejamos aquí unas flores literarias en el nicho de un joven periodista que murió a los ochenta y ocho años de edad. Un personaje, por cierto, que mereció el homenaje póstumo del Arzobispo de Granada, del Ministerio de Justicia, de la Asociación de la Prensa, de un puñado de periódicos patrios… pero no el de nuestros contemporáneos. Ni siquiera merece un reglón en el centenar de esbozos biográficos de nuestra admirada Viñes Millet en Figuras granadinas. ¡Ni siquiera!

Se trata, lo anuncia el título, de Francisco Guerrero Vílchez (1853-1941), que acumuló en su pechera la Cruz de la Lealtad y la Cruz de las batallas de Montejurra (1873), Somorrostro (1874) y Lácar (1875); fue nombrado Caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita (1924, por el rey Don Jaime) y Teniente honorario del Ejército (1938); fue Terciario franciscano y miembro fundador de la Asociación de la Prensa granadina; fundó y dirigió el semanario El Amigo del Obrero (1896-1901), dedicado a la Juventud Tradicionalista, y fundador y director del periódico La Verdad (1899-1941). Ese fue su mayor hito, la empresa a la que entregó su vida.

Aunque en la Guerra de 1936 ya tenía cumplidos los ochenta, fingió tener menos de cuarenta años para alistarse en las milicias ciudadanas (en la de Españoles Patriotas, según Ángel Puente en el obituario que le dedicó «La Gaceta del Norte») para quedarse, al menos, en la retaguardia y defender aquello a lo que había entregado cada segundo de su vida, la Tradición.

Por lo demás, inspiró la creación del Tercio de Requetés «Nuestra Señora de las Angustias», que se formó en su casa de la Vega. Aquello es el germen de la actual Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, que aún pasea la Cruz de San Andrés por las calles de Granada cada Semana Santa.

Hoy, sin embargo, sólo queda un rastro camuflado en la ciudad: la estatua dedicada a fray Luis de Granada -fruto de su terco empeño- que consiguió colocar en Bibrrambla y Gallego Burín trasladó a Santo Domingo.

Guerrero Vílchez sufrió cárcel, consejos de guerra y destierros, nada que lo hiciera flaquear en aquella consigna con la que encabezó La Verdad: Somos carlistas. Seguimos las doctrinas que defendió gloriosamente nuestro Carlos VII, quien tuvo el honor y la dicha de conservarnos la bandera sin una sola mancha, negándose a toda componenda para que podamos tremolarla muy alta». Y tanto.

Cuentan que una vez quiso desistir y abandonar el periódico, entendiendo que a su edad ya no estaba para tantos trotes (él, simple herrador de bestias), porque escribía, componía y repartía La Verdad, pero no se atrevió a hacerlo sin pedirle permiso a Don Jaime. Como este se negara y lo animase a continuar por el bien de la Causa, no dudó: «Señor: el periódico no morirá mientras yo viva». Y así fue.

Vaya este número de ALCAICERÍA en su memoria, como patrón de la prensa granadina que consumió cada segundo de su vida, hasta el último suspiro, por sacar adelante su periódico. Sacó el último número el mismo 29 de septiembre de 1941 en que él entregaba su alma al Altísimo y la Virgen de las Angustias, Madre misericordiosa a la que tributaba filial devoción, paseaba por la ciudad.

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Virgilio Castilla, reciclado

Anuncian la Ley de Memoria Democrática (con incontables muertos y quiebra inasumible es poco menos que inoportuna) y salen los sospechosos habituales a reivindicar la figura de Virgilio Castilla, presidente de la Diputación de Granada fusilado en 1936. Bien, ¡pero que no lo hagan en nombre del andalucismo! Porque a eso se dedica una tal Fátima Gómez, del PSOE granadino. Es probable que lo ignore, pero Castilla Carmona propugnó siempre, de forma inequívoca y arrepentirse nunca, que Granada sólo podía formar parte de una región: la que constituye con Jaén, Almería y Málaga.

Paraíso cerrado

[Número 6 en versión clásica]

El día 17 de octubre de 1926, Federico García Lorca leyó en el Ateneo de Granada la conferencia Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos, título del precioso y complejo libro del poeta culteranista Pedro Soto de Rojas (Granada, 1584-1658), a quien aquella temporada el Ateneo rindió varios homenajes.

De la conferencia no se conservan ni el texto original ni la transcripción íntegra, sólo unas notas autógrafas, un resumen del periódico El Defensor de Granada y las notas de prensa de sus posteriores repeticiones en la Residencia de Estudiantes (1928) y La Habana (1930). Nuestro acceso a ella es, por lo tanto, parcial y tiene el sesgo de quien intentó reproducirla en la edición de sus obras completas.

En cualquier caso, conocemos su tónica general. Siguiendo esa recreación de las palabras de Lorca, sabemos que éste dijo -de forma aproximada- que «Granada ama lo diminuto. […] El diminutivo no tiene más misión que la de limitar, ceñir, traer a la habitación y poner en nuestra mano los objetos o ideas de gran perspectiva. […] Granada, solitaria y pura, se achica, ciñe su alma extraordinaria y no tiene más salida que su alto puesto natural de estrellas. […] Por eso, la estética genuinamente granadina es la estética del diminutivo, la estética de las cosas diminutas».

Después de disertar en tono poético sobre lo diminuto y su relación con el carácter local, llega a la conclusión de que la primera parte del título que Soto de Rojas le puso a su precioso y complejo libro, Paraíso cerrado para muchos, es nada menos que «la más exacta definición de Granada».

EL MURO DE LA VERGÜENZA

Cuando uno se aproxima a Granada desde la costa, bajando ya del Suspiro del Moro y dejando atrás el bosque de unifamiliares con piscina que flanquea la carretera, se topa con un inmisericorde muro de hormigón: el famoso PTS. Continuar la carretera en dirección Jaén-Madrid no mejora la situación, porque después llega una molicie bancaria, a continuación otra molicie bancaria, después un molicie hospitalaria… Granada podría aparecer al viajero coronada por la Torre de la Vela, pero lo hace rodeada de horribles edificios que parecen custodiar una sofisticada urbe de rascacielos y modernas industrias. La realidad, como bien sabemos, es mucho más triste: dentro no hay más que una ciudad volcada en buscar la mejor tapa y en sacarle los cuartos al turista, previa conversión de sus monumentos en un siniestro parque de atracciones.

Quizá Granada amó lo diminuto, pero ahora alguien ha falsificado ese amor, la ha encajonado con la circunvalación y, como si dudara un poco de la eficacia de esa muralla china, ha colocado alrededor estratégicos edificios altos.

Lejos de nosotros el ludismo, que no se vean aquí arranques primitivistas: no negamos -¡más allá, lo exigimos!- la necesidad de reconstruir una industria regional fuerte cuya solidez permita de una vez por todas a estos pueblos dar la patada en el suelo para evitar ahogarse, pero sí reivindicamos que se haga con cierto sentido de la estética.

EL MONUMENTO FUNERARIO

En 1981, Juan-Alfonso García, organista de la Catedral de Granada, compuso Paraíso cerrado, una pieza musical de homenaje a Pedro Soto de Rojas por encargo del Festival Internacional de Música y Danza. Como es lógico, para ello recogió fragmentos de Paraíso cerrado para muchos… La obra fue estrenada el año siguiente con gran éxito y, en la introducción del libreto, Juan-Alfonso afirmó que «el “carmen” de Soto de Rojas encierra toda la mística a la que el granadino aspira».

Tenía razón (fue discípulo de Valentín Ruiz Aznar, sí, pero podría no tenerla: era un sacerdote que no se vestía de sacerdote, lo cual es siempre sospechoso); tenía razón, digo, pero resalto el pretérito imperfecto. ¿Qué diantres significa hoy un carmen? De ser el exponente de la vivienda albaicinera, de ser la aspiración de todo granadino, de ser la sublimación de una casa, ha pasado a ser pasto de hotelillos, bares, dispensarios de comida basura y museos, o capricho de jeque qatarí. Desaparecen las calles de vecinos y se convierten en calles de clientes. Con que ya no hay nada que albergue «toda la mística» a la que aspirar.

La consecuencia inevitable es la muerte del barrio. Para evitarlo, el Ayuntamiento puede primar la mudanza de vecinos (sentido inverso al malhadado éxodo que provocó hace décadas hacia Almanjáyar) o puede confundir causas y consecuencias, liarse una manta turca a la cabeza y salir corriendo.

Y eso hacen, para no decepcionarnos. Ahora han anunciado que el Albaicín contará con «máquinas reproductoras de sonidos y olores típicos del barrio»…

Puede el lector sospechar la clase de exabruptos que caben en esos puntos suspensivos y que no reproducimos, aunque los pensemos, por decoro periodístico y cristiana caridad.

Al margen de que sea una ocurrencia propia de mentecatos, una absurdez birriosa y una cutre guarrería, la «fuente de olores», si la colocan, será el perfecto monumento funerario bajo el cual los poetas puedan dejar sus elegíacos versos por la muerte de Granada.

EL CHANTAJE DE ASJARIS

Basta de generalizar, bajemos al barro.

Casa Asjaris, en la calle Zafra, es la colección privada de Juan Manuel Segura y Francisco Jiménez y supera, aseguran, las 700 piezas.

«Es, probablemente, la mayor en manos privadas que existe en la provincia de Granada. Una colección única, entre otros aspectos, por contar con cinco obras de Pedro de Mena, algo que no ocurre, bajo el mismo techo, en ningún lugar del mundo». Con esas palabras comienza la noticia con la que el pasado 16 de agosto de 2020 el periódico Ideal decidió fastidiarnos el desayuno. «Casa Ajsaris se plantea irse de Granada» porque, según avanzaba el diario, «sus propietarios han recibido una oferta en firme de una ciudad andaluza, que deben responder en breve».

Los dueños reclaman (de nuevo, pues son reincidentes en el asunto) una ayuda pública y quieren que el Ayuntamiento se haga cargo de encontrar un espacio para la exposición. Para ello, han llegado a proponer que sean el Convento de la Concepción o la controvertida Casa de Ágreda. ¡Nada menos!

Volvamos por un segundo a los fondos de la colección. Por la perspectiva del asunto y etcétera. No sólo contiene cinco obras de Pedro de Mena: hay también de Pablo de Rojas, Bocanegra, Risueño, Fortuny, Isidoro y Enrique Marín, Joaquín Agrasot, Gómez-Moreno, Ruiz Morales, Ruiz Guerrero, López Mezquita, Rodríguez Acosta, Gabriel Morcillo… ¿Tiene el Museo de Bellas Artes un fondo parecido del siglo XIX? No. Alguna pieza meritoria y, en algún caso, quizá las principales de sus autores, pero parece que, en cantidad, no se aproxima.

Ante la oferta para llevarse su exquisita colección, defienden los propietarios que se lo están planteando «porque podremos instalarlo en un lugar preeminente, con una adaptación que dirigiremos nosotros mismos. Además, han aceptado todas las condiciones previas que hemos planteado, sin poner ni un pero». Es decir, buscan un espacio adecuado, pero quieren mantener la gestión. Aspiración legal, pero ilegítima, inoportuna y desordenada.

¿A qué juegan el Ayuntamiento, la Diputación o la dichosa Consejería de Cultura? ¿Qué hacen las fuerzas vivas? ¿No hay ningún organismo público, semipúblico, privado o mediopensionista que se interponga? ¿Nadie va a hacer nada?

El propietario de una obra de arte, igual que el de una barra de pan, un abrigo de paño o un vespino, puede hacer lo que le venga en gana con ella. ¡Faltaría más! Pero si se trata de carne cruda de nuestra Historia, ni esos organismos preocupadísimos por «nuestro acervo cultural» pueden permitirse desaprovechar tamaña oportunidad, ni esos propietarios pueden someter a chantaje a la ciudad sin que el pueblo los corra a gorrazos y se los declare personas non gratas. Por algo así se montó la del Dos de Mayo.

Granada ama lo diminuto, vale, pero, sobre todo, se despreocupa demasiado por lo propio. Apenas se han quejado un par de columnistas en Internet.

CUESTIÓN ISABELINA

Claro, que la cosa viene de lejos. Hace un par de días el filósofo Jon Juaristi se quejó de la falsificación histórica a la que Isabel II sometió a la ciudad de San Sebastián.

«Como los veranos de la época isabelina eran largos y aburridísimos, y además la costa del Cantábrico tiene un clima criminal, tuvo que inventarse algunas diversiones para entretener a la peña entre mayo y octubre, como, por ejemplo, las regatas de traineras, los partidos de pelota, el arrastre de piedra, el levantamiento de piedra, los concursos de partir piedras con barras o con el rabo de la boina, los de versolaris y aizcolaris, las sardanas vascas y, según algunas malas lenguas, incluso el dialecto guipuzcoano del eusquera» (ABC, 30/VIII/2020).

Es sabido que en el sur de España hizo otro tanto. Ansiosa siempre de jarana, -o por remediar la, digamos, falta de interés por ella de su esposo-, Isabel II recorrió los reinos del mediodía peninsular de jarana en jarana. Y nadie mejor para éstas que los gitanos, de modo que la aristocracia y la alta burguesía, palmeras siempre, emularon de tal forma el entretenimiento regio que se acabó identificando el folclore sureño con lo que hoy, allende los mares, es «lo andaluz» y antes era sólo cosa romaní. Después, merced a Javier de Burgos (maldito sea su nombre), aquel esperpento alcanzó a Granada.

¿Habría hecho lo mismo Don Carlos? Le dio por asaltar Bilbao contra todas las recomendaciones de su estado mayor y nunca lo sabremos. Quizá por Bilbao se perdió Granada, cuyos voluntarios y voluntariosos alpujarreños perdieron la apuesta.

Poco a poco se fueron disolviendo las muestras más características de la cultura granadina y, al tiempo, quedaron atrás las polainas cortas, los sombreros de catite, las albarcas, los marselleses y todo cuanto rezumaba costumbrismo local, siempre en beneficio -espurio y oneroso- del nuevo centralismo. Todos tocando palmas al son de unas sevillanas.

Y lo propio… escondido.

QUE SE MUERA EL CIVISMO

Es decir, el paraíso cerrado para todos. Porque el paraíso es la calle vivida, no convertida en expositor de bares y hoteles; es el palacio en uso, no transformado en parque de atracciones; es el arte expuesto, no exiliado por abulia; son las iglesias para rezar, no travestidas de salas de exposiciones.

Lo diminuto, lo diminuto; lo enano. El esquema pequeño. La supervivencia como única aspiración. Restaurar para conservar en formol, no para usar.

De vez en cuando surgen canciones que resumen bien el espíritu de una ciudad. Joaquín Sabina compuso «Pongamos que hablo de Madrid», Los del Río cantan «Sevilla tiene un color especial», Doctor Deseo hace lo propio con «Morirse en Bilbao» y tantos otros ejemplos. El grupo Supersubmarina incluyó en su disco Electroviral (2010) el tema «LN Granada», perfecto resumen del problema:

Sería capaz
De cambiar el calendario lunar
Para verte aquí en Granada un día más

Podría llegar
A escalar esta montaña polar
Y a tu lado aterrizar

Del Veleta al Sacromonte sin mirar
Podría viajar a
A Graná con mi nave espacial
Y el Paseo de los Tristes alegrar
Si te pones a bailar
Las estrellas nos alhambran al pasar

Siendo tan pequeño el universo ¿cómo pudiste caber allí?
Siendo tan eterno este momento ¿cómo me voy a querer morir?
Para quedarme sin ti

Y bailar con la muerte no es un plan
Yo prefiero que me mates tú a bailar

Uno echa en falta algo de nostalgia. Está bien el neologismo audaz de «alhambrar», contribución certera que merece un merecido espacio en la poética patria, pero no todo es eso. La mera contemplación destroza el objeto deseado. Uno echa en falta algo de crítica que sí podemos ver en una canción que se ha unido a la nómina de las antes mencionadas, la de «Gijón» de Pablo Und Destruktion. Su letra dice lo que no decimos aquí:

…En el puerto de Gijón se caían las paredes
Saludaban, riendo, putas en los burdeles
Preguntad a Rambal si lo veis en el cielo
Mejor diez puñaladas que un minuto con miedo

En el puerto de Gijón todo ha cambiado mucho
Solo importa el dinero, ¿dónde quedó el orgullo?
Era lo que querían, malditos europeos
Volvernos puritanos, blandos, gordos y muermos

En el puerto de Gijón ahora andan los puristas
Haciéndole mil fotos al árbol de la sidra
Esto era el progreso, esto era nuestra vida

Que se muera el civismo y viva Cimadevilla

Destructivo como el nombre de guerra de su autor, pero eficaz. Ese es el mensaje, ese es el tono.

SAN JUAN DE LA CRUZ AL RESCATE

Acabemos este singular número de Alcaicería, más catilinaria o J’accuse zoliano que boletín de novedades y propuestas, con un toque optimista. Este verano se han inaugurado unas nuevas etapas del Camino de Santiago siguiendo los pasos de San Juan de la Cruz desde Granada.

El Camino Real parte de la plaza que lleva su nombre, en lo alto de la calle de San Matías (convento carmelita donde predicó el excelso poeta), y la primera etapa acaba en el cruceiro de granito que hay en la parroquia de San Isidro, de El Chaparral (Albolote). Sigue después hasta Toledo, donde se une a la ruta jacobea que sale de Valencia. Con el Camino Mozárabe ya consolidado, esta segunda propuesta para llegar a la tumba de nuestro Santo Patrón liga la centenaria devoción jacobea en Granada con la estrecha relación del Doctor místico con la ciudad. Granada, paraíso cerrado… «¿Adónde te escondiste, / Amado, y me dejaste con gemido? / Como el ciervo huiste, / habiéndome herido; / salí tras ti clamando, y eras ido». Lo encontraremos. Se abrirá.

El autonomismo no puede amparar la manipulación

Dirán algunos que por qué insistimos en esto. Bueno, que dejen de leernos. Noticia en el periódico Granada Hoy (22/7/2020):

«La Asociación de Jóvenes Granadinistas denuncia que se están utilizando libros de texto en Bachillerato actualmente, que aseguran que los límites actuales de Andalucía ya eran tales en el año 1530, omitiendo de esta forma de manera clara la existencia del Reino de Granada, que estuvo vigente desde 1492-1833 como Reino castellano de Granada».

Se refieren a una ignominiosa ilustración en un libro de texto de Geografía de la editorial Algaida:

libro algaida

La verdad es cada día más revolucionaria y escandalosa: la Andalucía autonómica actual no existió hasta, como mucho y como bien dice la noticia, el año de 1833, en el que el motrileño Javier de Burgos coló en la reforma de la organización territorial del Estado el gazapo (¿intencionado?) de anular la demarcación y la denominación del Reino de Granada para incluirlo, sin explicación alguna, en la limítrofe Andalucía. Ni siquiera después estuvo clara esa innovadora fusión y, así, podemos ver que el proyecto de Constitución federal de la I República (1873) hablaba de «los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja…»; que en 1898 Francisco Seco de Lucena pronunció su conferencia sobre el regionalismo granadino; que en la II República la Diputación de Granada se negó a formar una autonomía con Andalucía (y no salió); que la UCD llegó a crear una bandera para la autonomía de Andalucía Oriental en los 70; que…

La historia es muy larga. Lo importante es destacar que hoy se adoctrina a los escolares con textos rebosantes de imprecisiones y que una asociación lo ha denunciado. ¡Bravo! De paso, podrían también denunciar otras llamativas reinterpretaciones del mapa, porque por más que duela y escueza, por más que rabien y pataleen, la realidad fue muy diferente a la mostrada en ese burdo error cartográfico: la España de 1530 estaba dividida, a lo sumo y por lo jurídico, no por lo territorial, en las coronas de Castilla y Aragón, por un lado, que según los remilgos podrían considerarse unidas, más el reino de Navarra y el reino de Granada.

¿Le suena a alguien el escudo de España y lo que contienen sus cuarteles? Parece que no. Tan poco suena que hace poco, al hacer la camiseta de la Selección Española de Fútbol, confundieron la pequeña granada del entado y dibujaron ¡un tulipán!

Para mostrar la densidad de población de 1530 no hay nada más inoportuno e inadecuado que el montaje con ese refrito de las Regiones del siglo XIX y las Comunidades Autónomas del XX. ¡Como si se pudiera comparar la densidad de un «pequeño» territorio como Asturias con el de un todo llamado Andalucía! ¿Habría densidad homogénea entre Huelva y Almería? Puestos a lo torticero, poco ha faltado para que viéramos las provincias de Calatayud, Betanzos o Sanlúcar de Barrameda.

Los mapas de la época son bastante claros, como el que nos muestra el Libro de grandezas y cosas memorables de España (1548) del importante cartógrafo Pedro de Medina… ¡que era sevillano!

Libro de grandezas 1548

Es probable que la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía le reste importancia al asunto, pero es un deber patriótico denunciar esa manipulación que, amparada en el autonomismo, sólo contempla la configuración de España mediante el anacronismo de las regiones.

Enhorabuena a la Asociación de Jóvenes Granadinistas, que ha logrado llevar a las portadas ese absurdo error. Que no se detenga aquí la lucha por el rigor histórico. Aquí tendrán siempre un refugio.

Granada en ‘La víspera de nuestro tiempo’

La víspera de nuestro tiempo fue un programa de TVE2 dirigido por Jesús Fernández Santos entre 1967 y 1969 en el que recorrían algunas ciudades españolas siguiendo la obra de autores oriundos de esa tierra. Así, emitieron La Mancha de Cervantes, Pamplona en Hemingway, La Valencia de Blasco Ibáñez o Elogio y nostalgia de Toledo, de la mano de Gregorio Marañón.

Sin embargo, los archivos de TVE no tienen una copia del programa (o, al menos, no la muestran) que más interesa a Alcaicería, que es el de Granada sobre textos de Federico García Lorca. Por suerte, según da noticia el periódico Ideal, el granadino Manuel M. Mateo ha recuperado una copia y la puesto a disposición del común de los mortales en YouTube:

¡Bendita sea la iniciativa individual, que saca del corruptor olvido nuestras reliquias! Porque este video es una de ellas, no dude el lector receloso de hipérboles chovinistas. En él se ve una ciudad distinta a la de hoy, pero sólo porque estaba más joven y al natural; no tenía el pelo cardado con horribles edificios modernistas ni los pegotes de maquillaje del asfalto, sus ropas eran ligeras porque no imperaba la prisa de hoy y no llevaba pesados abalorios para atraer a los turistas.

Como bien recuerda el locutor en el video, decía Federico García Lorca que «las creaciones justas de Granada son el camarín y el mirador de bellas y reducidas proporciones. Así como el jardín pequeño y la estatua chica». En la misma conferencia a la que pertenece la cita, en la que reivindicó a Soto de Rojas (Granada, paraíso cerrado para muchos), Federico declaró que «por eso la estética genuinamente granadina es la estética del diminutivo, la estética de las cosas diminutas».

Las imágenes que regala el documental son casi innumerables. Las costumbristas de la Plaza Larga y de la de Bibrrambla, la Vega aún vergel, el Carlos V sin techar, la casa de paso del Albaicín,… Casi es más corto decir qué toma no es evocadora. Para nosotros, la más sugestivo es la del agricultor cantando el romance El mimbrero, testimonio sonoro de la primordial aridez castellana de Granada.

Nuestro camino a Santiago

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Ahora que llega la fiesta del Patrón de España, conviene recordar que en Granada tenemos un convento regido por las Comendadoras de Santiago, fundado en 1501 los Reyes Católicos. Además de ser la primera fundación de religiosas en Granada (aunque no sabemos si hubo alguna en los tiempos de San Cecilio y los primeros cristianos iliberritanos…), que era un empeño personal de la reina Isabel, quisieron con ello premiar a la Orden de Santiago, que había entregado mucho, muchísimo, a lo largo de los siglos de Reconquista.

Quien se acerque al convento, encontrará en el compás que da acceso al convento y a la iglesia unos azulejos dedicados a Hermenegildo de la Campa S.J., quizá desconocido para muchos. Lo cierto es que su investigación y su obra son muy importantes para Granada, porque recuperó el Camino Mozárabe de Santiago, que parte de esa misma iglesia y llega, más de mil kilómetros después, a la tumba del Apóstol.

Con el confinamiento aún dando coletazos y las complicaciones propias de las medidas de prevención y control coronavírico, es difícil llegar a Santiago de Compostela, pero tenemos a la vuelta de la esquina el inicio de la ruta solar, ulisíaca y hercúlea de Santiago. Qué gran oportunidad para visitarlo.

[Número 3 – 15 de julio de 2020 – página 2]

Genética castellana

«Almerienses, granadinos y malagueños tienen tanto de africanos como los gallegos o castellanos». Así empezaba el artículo «Al-Andalus no dejó rastro en la genética del sur de España» publicado en el periódico El País el día 5 de junio de 2019, que se hizo eco de un estudio del Laboratorio de Identificación Genética de la UGR que concluía que «la presencia de haplogrupos típicamente africanos en la población de Granada, Málaga y Almería no es significativa cuando se compara con las frecuencias de estos en poblaciones europeas, tanto mediterráneas como del norte de Europa».

mapa geneticoLo cierto es que sólo corroboraba lo que unos meses antes se publicó en toda España, aunque -oh, casualidad- apareció poco en la prensa local: que el mapa genético de España realizado por investigadores de las universidades de Santiago de Compostela (USC) y de Oxford, publicado en la revista científica Nature, concluía que es calcado al de la división política de los siglos XIV a XVI.

Conviene poco recordar, parece, que la españolidad de Granada era y es castellana, con mucha más cercanía genética a Logroño que a Huelva. ¿Por qué nos alejan de una y nos acercan a otra? Ay, las taifas, qué confusiones provocan.

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Fuente: https://www.biorxiv.org/content/biorxiv/early/2018/03/12/250191.full.pdf

[Número 2 – 30 de junio de 2020 – página 3]

Reivindicación del vaso de tubo

«¿Tubo o caña?», preguntaban los camareros. Era lo habitual, porque esas eran casi las únicas medidas de cerveza de barril que había en los bares de Granada. Tamaños universales que, para la tranquilidad del cliente, se mantenían en tascas, tabernas, restaurantes y bodegas. Uno pedía un tubo o una caña y sabía cuánta cerveza le iban a servir, sin desviación de centilitros.
Hace unos años, quizá ya una década, el buen criterio se extendió desde el norte por toda España para descartar el uso del tubo en los combinados. Al tomar un cubalibre o un gintonic en vaso de tubo recorres una innecesaria gama de sabores -del duro trago inicial, casi sin refresco, al aguachirri del final- que puede evitarse con recipientes de más cabida. Sin duda, era algo necesario, aunque en su lugar se generalizó la inasible copa de balón y no el más conveniente vaso de sidra.
Pero, con ello, la muerte del vaso de tubo estaba firmada y al poco empezó a desaparecer también en su uso para la cerveza. Proliferó el empleo (inadecuado) de las copas de vino y fueron apareciendo otras más o menos a propósito para el zumo de cebada.
Caña, cañón, doble, mini, zurito, penalti, tanque, pinta, corto… La máxima diversidad cultural española reside en el modo de llamar a la cerveza. Al desechar el tubo de cerveza, Granada pierde un signo de identidad.

[Número 2 – 30 de junio de 2020 – página 2]

Media Granada en contra de la Junta

La demoscópica Electomanía ha publicado una encuesta «que desglosa la opinión de los andaluces sobre la organización territorial de su CA y sus provincias» con una muestra de 4.500 respuestas entre el 18 y el 22 de mayo. Aunque, por el escaso número de entrevistas, hay que tomar los resultados con la debida precaución y, por otra parte, las preguntas son un tanto absurdas y centradas en Almería, los porcentajes en la provincia de Granada son bastante elocuentes: casi la mitad de los granadinos (45,5 %) quiere que Granada salga de la Junta de Andalucía, sólo 3,2 % menos de los que quieren que se mantenga en ella. Si a eso se le suman quienes hayan respondido que ven mejor a Almería como una Comunidad Autónoma uniprovincial (1,3 %) o unida a la de Murcia (3,1 %), tenemos al 49,9 % de los granadinos que no creen en la Andalucía de ocho provincias.

Pero vayamos a la brocha gorda, que es la única forma de hacer política seria. Con la mitad no se hace nada, pero sí hay un problema. Es lo que ocurre en Cataluña, por ejemplo, aunque con una salvedad: allí lo que se pretende quebrar es la soberanía nacional, que reside en todo el pueblo español, mientras que lo que acarrearía la salida de Granada de la Junta de Andalucía no sería más que la reafirmación de su voluntad española y la rectificación de un inmenso error cometido durante la carrera autonomista de los años 80.

grafico junta

Fuente: https://electomania.es/ep1j20and/

Granada:

1,3% Almería como una CCAA uniprovincial

3,1% Unión de Almería a la Región de Murcia

45,5% Dividir en dos CCAA: (Málaga, Granada y/o Almería) vs el resto de la comunidad

48,7% Mantenerla como está

1,4% No tengo opinión formada

[Número 1 – 11 de junio de 2020 – página 3]